Son doce años de aplicación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) en Bolivia, periodo en el cual el país pudo hacer frente a los efectos de la crisis financiera internacional, seguida de la crisis de deuda (principalmente de los países de la eurozona) y, posteriormente el descenso agudo de los precios internacionales de las materias primas –desde mediados de 2014– que para el caso del petróleo llegó incluso a niveles inferiores a los $us 30 el barril en 2016. Ante este escenario, Bolivia registró un crecimiento económico sostenido, contrario a los efectos negativos observados en el desempeño económico mundial y a los augurios de crisis vertidos por algunos “analistas económicos” nacionales.
En cuanto al contexto internacional, el año 2017, se caracterizó por una moderada mejora tanto en el flujo de comercio como en los precios de las materias primas –pero sin alcanzar los niveles registrados antes de 2015–, así, la economía mundial se expandió en 3,8% superando la tasa de los últimos tres años.
En este entorno de frágil recuperación económica mundial, Bolivia –gracias a la implementación de una política económica contracíclica en el marco del MESCP– se situó entre las economías con mayor crecimiento económico en América del Sur, durante el último quinquenio.
La continuidad en el crecimiento económico sostenido, obedece al comportamiento positivo de sectores económicos relacionados a la demanda interna como el agropecuario, transporte y comunicaciones, establecimientos financieros, la industria alimenticia entre los más importantes; contrariamente, el sector de hidrocarburos presentó un descenso en 2017, por lo que se descarta que la estabilidad económica dependa del sector extractivo.
Como ya es habitual, la demanda interna continúa siendo el dinamizador de la economía, dejando sin efecto la incidencia negativa de las exportaciones netas. En este marco, se destaca el desempeño favorable del consumo de los hogares y de la inversión – principalmente del sector público–, resultado de mayores ingresos por el dinamismo económico y las medidas de redistribución de los ingresos como los incrementos salariales por encima de la inflación.
De igual forma, los elevados niveles de servicios facturados tanto de restaurantes y hoteles como del transporte aéreo de pasajeros y carga, y los constantes incrementos en el índice de cantidad de consumo de energía eléctrica, agua y gas, denotan la fortaleza de la demanda interna.
Los mayores ingresos de la población, evidenciado en el aumento de 8,9% en el PIB per cápita entre 2016 y 2017, no sólo son destinados al consumo, sino también al ahorro. Así, el incremento en el ahorro financiero, tanto en monto como en número de cuentas de depósitos, es una señal de que el contexto macroeconómico favorable está beneficiando a la población, dado que ahora los estratos de ingresos medios y bajos tienen la capacidad de ahorrar.
La Ley N° 393 de Servicios Financieros se constituye en otra medida importante en el marco del MESCP, cuyos principales objetivos son el impulso al sector productivo, el acceso de la población a una vivienda y la defensa del consumidor financiero, resultando en notables incrementos de ambos tipos de préstamos (productivos y de vivienda de interés social) otorgados por las instituciones de intermediación financiera y un mayor acceso al sistema financiero.
Por otro lado, la confianza del empresariado privado se vislumbra en un cada vez mayor número de empresas –en 2017 se crearon en promedio 52 nuevas empresas por día– y en los elevados niveles de recaudación tributaria.
Cabe resaltar el incremento de las exportaciones en 10,7% –luego de dos gestiones de disminución– y el aumento de las Reservas Internacionales Netas (RIN), que en términos del PIB situaron a Bolivia como el segundo país con las RIN más elevadas a nivel sudamericano.
La inversión pública se mantuvo en niveles altos, alcanzando a $us 4.772 millones, es decir 12,6% del PIB, ratio que igualmente posiciona al país en el primer lugar en relación a los países de la región. Dentro del total de inversión pública, durante 2017, los rubros productivo y de infraestructura concentraron el 70,2%; resaltan los proyectos de transporte como la carretera Rurrenabaque-Riberalta, la doble vía tramo central “El Sillar”, la construcción de obras de la vía férrea Montero-Bulo Bulo, así como la implementación del transporte por cable teleférico La Paz-El Alto Fase II, entre las más importantes.
La reducción de la pobreza se constituye en una de las bases del MESCP, en este entendido y considerando que la economía es una ciencia eminentemente social, en 2017 se dio continuidad a las políticas sociales como las transferencias condicionadas en efectivo –Bono Juancito Pinto, Renta Dignidad y Bono Juana Azurduy–, los programas “Bolivia Cambia, Evo Cumple”, “MIAGUA”, “Tarifa Dignidad”, y los incrementos salariales, entre las principales, que contribuyeron a la disminución de los ratios de pobreza y al descenso en la tasa de desempleo, que es el más bajo de la región.
Estos y otros resultados favorables obtenidos con la implementación del MESCP, se detallan en esta edición de la Memoria de la Economía Boliviana, que además de obedecer al marco de transparencia de la información de las finanzas públicas, pretende que la población tenga conocimiento de las medidas económicas que año tras año son implementadas para el buen desempeño económico del país. Por lo tanto, invito muy amablemente a todas las bolivianas y bolivianos y al público en general a conocer, profundizar y analizar los logros obtenidos en el ámbito económico.
Mario Alberto Guillén Suárez
Ministro de Economía y Finanzas Públicas